Isadora Duncan, la creadora de la danza moderna
Bailarina de origen estadounidense, innovó y sorprendió al público de la época. Su libertad a la hora de bailar rompiendo todas las normas del ballet hacen que se considere a Isadora Duncan, la creadora de la danza moderna.
Isadora nació el 27 de Mayo de 1877 en San Francisco. Su madre era pianista y funda una escuela de danza en Oakland, así que su contacto con estas artes es bien temprano. A la edad de 11 años abandona sus estudios en el colegio para dedicarse a la danza en la escuela de su madre. En el año 1900, toda la familia emigra a Europa escapando de penurias económicas. La primera ciudad en la que se instalarán será Londres.
En la capital inglesa Isadora siente una enorme atracción por todo el arte griego expuesto en el British Museum. Dedica muchísimo tiempo a estudiar esculturas e imágenes y decide trasladar esta inspiración hacia la danza. Hacia una nueva danza. En seguida empezó a organizar recitales en Londres y el éxito fue rotundo. El público abrazó con entusiasmo todas las ideas innovadoras que proponía. Tanto de la danza en sí misma, con movimientos libres y expresivos; como de la puesta en escena. Baila descalza, con el pelo suelto y con gráciles túnicas de inspiración griega. Se libera de todo el encorsetamiento del ballet. Fuera puntas, tutús y apretados moños. La prensa del momento diría de ella:
“En esta época actual de elaboración y artificialidad, el arte de la señorita Duncan es como un soplo de aire puro procedente de la parte más alta de una montaña poblada de pinos, refrescante como el ozono, bello y verdadero como el cielo azul, natural y genuino”.
A partir de este momento la artista emprende numerosos viajes a destinos en los que presenta su obra y al mismo tiempo se va nutriendo de otros artistas. En París se inspira de las esculturas de Augusto Rodin, en Italia de la obra de Sandro Boticelli y en Grecia vive el culmen de su inspiración al estar presente en ese momento de la historia del arte que tanto admiraba.
Sus giras artísticas la llevaron por todo el mundo, incluso a Rusia dónde conoció a Ana Pavlova o a Argentina, donde también triunfó y revolucionó el mundo de la danza. No sólo bailaba sus propias obras, si no que también decidió transmitirlas abriendo varias escuelas de danza para niñas en diferentes partes del mundo. La primera la abriría en Berlín, donde formaría un grupo llamado las Isadorables que bailarían bajo su dirección desde 1905 hasta 1920. En 1913 abre otra escuela cerca de París aunque no consigue que se mantenga abierta más de siete meses. Posteriormente en Rusia mantendría una escuela abierta entre los años 1921 y 1922.
Falleció el 14 de Septiembre de 1927 en Niza en un trágico accidente. Viajaba en coche llevando una largo chal al cuello. Uno de los extremos, que ondeaba al viento; se enredó entre la llanta y el eje trasero del coche estrangulando a la artista.