Gillian Lynne, un ejemplo del valor pedagógico de la danza.
Gillian Lynne fue una famosa coreógrafa inglesa. Sus inicios en la danza la salvaron de lo que probablemente hubiese sido fracaso escolar y personal.
Gillian Lynne nació el 20 de febrero de 1926 en Bromley, Inglaterra; y falleció el 1 de Julio de 2018 en Londres. Sus trabajos más importantes son las coreografías de los musicales “Cats” y “El fantasma de la ópera”. Forma parte de la Orden del Imperio Británico y hay un teatro londinense que lleva su nombre.
Además de su éxito profesional, la coreógrafa británica es un ejemplo de las propiedades pedagógicas y terapéuticas de la danza. Gillian Lynne fue una niña poco adaptada al sistema escolar. Su conducta no era adecuada en clase y los rendimientos académicos tampoco eran los esperados.
A la edad de 8 años, su madre decide llevarla a un psicólogo para ver cómo podrían ayudarla a mejorar en el colegio. El especialista médico propone dejar a la niña un momento a solas y poder observar así su comportamiento. La radio estaba encendida y Gillian comenzó a bailar la música que estaba sonando. Tanto su madre como el médico, rápidamente vieron que el problema estaba en pasar tantas horas sentada en una silla. Para la niña, su medio de expresión era el cuerpo y necesitaba canalizar su energía y expresarse a través del movimiento.
Tras esta experiencia, Gillian Lynne fue inscrita en una academia de danza y, además de encontrar su futura profesión; se acabaron sus problemas en el colegio. Ella mismo dijo refiriéndose a esta experiencia: “fue maravilloso encontrarse con tanta gente que no podía estarse quieta y necesitaba moverse para pensar”.
Sus inicios en la danza se convirtieron en una anécdota famosa e infinidad de especialistas y orientadores de todo el mundo la citan en numerosas ocasiones.
El conocido escritor y conferenciante experto en creatividad, Sir Ken Robinson; narra esta historia en una de sus Tedx Talks. Dice que si esto hubiera ocurrido en la actualidad, probablemente Gillian Lynne hubiera sido diagnosticada con TDAH (Trastorno del Déficit de Atención e Hiperactividad) y hubiera sido medicada. En este caso, su creatividad hubiera sido anulada impidiéndole descubrir la danza, y probablemente; tampoco se hubieran solucionado sus problemas escolares.
La relación de la coreógrafa con la danza tampoco acaba aquí. Cuando aún contaba solamente con 13 años de edad, su madre falleció trágicamente en un accidente de coche. Y fue el hecho de centrarse en la danza lo que la ayudó a superar la fatal pérdida.
En 1997 recibió la Orden del Imperio Británico y en 2001 el prestigioso premio Queen Elizabeth II Coronation Award otorgado por la Royal Academy of Dance. Además de coreógrafa, también era actriz y directora y contaba con su propia compañía productora de cine, teatro y televisión; Lean Two Productions.
Un ejemplo de superación personal combinada con éxito profesional. Los beneficios de la danza son infinitos. Como decía Pina Bausch: “Bailemos, bailemos; o estaremos perdidos”.