Pedagogía en las clases de danza

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La manera de enseñar las diferentes técnicas y estilos de danza se ha ido transmitiendo de forma empírica de generación en generación. Aunque hoy en día ya existen estudios superiores de pedagogía de la danza, no siempre se producen situaciones idóneas dentro del aula. Veamos algunas ideas para que las clases de danza se desarrollen de una manera más orgánica y respetuosa.

1.Transformar la jerarquía del profesor/a.

Tradicionalmente, la figura del maestro o maestra de danza se ejercía desde una posición altamente jerarquizada. Su palabra tenía el máximo poder y se le debía rendir una devoción absoluta. Esta manera tan “militar” de relacionarse con el alumnado puede generar bastante estrés y frustración dentro del aula. Si bien es cierto que las categorías profesor/a – alumno/a no deben desaparecer, se puede trazar un canal de comunicación más horizontal. Si cuando estás en clase el respeto que le tienes a tu profe viene desde la admiración y no desde la imposición es seguro que el ambiente dentro del aula será mucho tranquilo y fluido. Es importante que se perciba que una clase hay una transmisión de saberes y no una obligación ejercicios a realizar. El profesor/a debe ser alguien cercano a sus alumnos/as sin que haya pérdida de respeto.

2. Conseguir una exigencia amable.

La danza es una disciplina altamente exigente y los resultados sólo se obtienen con disciplina. Éste es un hecho que no va a cambiar pero sí podemos modificar cómo transmitirlo. En una manera digamos “antigua” de enseñar, nos encontramos con largo sermones y gritos por parte del profesorado buscando la excelencia dentro de sus clases. Esto produce situaciones poco motivantes y bastante estresantes. Si en lugar de repetir estos patrones heredados se trabajo desde un refuerzo positivo, señalando los buenos resultados que aparecen tras un trabajo exigente y disciplinado por ejemplo; se pueden conseguir los mismos resultados en la clase pero con un alumnado más motivado.

3. La motivación es muy importante.

“Cada maestrillo tiene su librillo”. Éste es un refrán popular que dice que cada profe desarrolla su propia manera de enseñar. Algunos mantienen la misma clase durante muchas sesiones, otros cambian los ejercicios a menudo, hay quien trabaja más desde la improvisación… Cada maestro planteará su clase según su propio estilo y objetivos a trabajar, pero nunca debería haber una sensación de vacío en el aula. Aunque se esté repitiendo el mismo ejercicio o coreografía muchas veces, se debería estimular al alumnado a que en cada repetición busquen algo nuevo, trabajen otro aspecto, encuentren otros caminos…La danza no debería ser una repetición gimnástica.

4. Potenciar las habilidades del alumnado.

Como señalábamos en otro artículo, “todos los cuerpos pueden bailar”. Si bien es cierto que algunas disciplinas y en el ámbito profesional exigen ciertas habilidades corporales que se pueden tener o no, resulta muy negativo señalar continuamente las carencias o dificultades  del alumnado. Se pueden recomendar ejercicios y entrenamientos que ayuden a mejorar y siempre será mucho más estimulante potenciar aquellas calidades que ya sean innatas en cada persona. “La danza es disfrutar”.

5. No todo depende del profesor/a.

Un buen ambiente en clase de danza depende del alumnado también. Dejar los problemas fuera, mantener la concentración, demostrar respeto y responder a las preguntas del profe por ejemplo son algunos aspectos a trabajar por parte de los estudiantes de danza.

Por último, os dejamos algunas cuentas de Instagram interesantes sobe este tema:

-Psicología para bailarines

-La bailarina imperfecta

-Motivación artística

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